Josep M. Vilaseca
El matrimonio formado por Josep Maria Vilaseca y Teresa Roca Formosa fue el fundador de la «Jaume Bofill».
Él era un abogado con mucho prestigio dentro de la profesión. Había hecho oposiciones para abogado del Estado y las había ganado, aunque luego pidió la excedencia porque prefirió dedicarse al derecho privado. Era considerado un experto en el tratamiento jurídico de las fundaciones benéficas y había asesorado a muchas de ellas para su creación. Además, fue el redactor de la Ley de Fundaciones que aprobó la Generalitat de Cataluña años más tarde. En este tema también era muy apreciado en Madrid y, junto con Francisco Guijarro Arrizabalaga, director de la Fundación de Telefónica, creó FOEBE (Fomento de Entidades Benéficas) y, más adelante, organizó reuniones de fundaciones en la estación de satélites Buitrago, a las que asistían como miembros de la Fundació Jaume Bofill el propio Vilaseca y Jordi Porta. De allí surgió la creación del Centro de Fundaciones y se promovió la Coordinadora Catalana de Fundaciones.
Con todo, la actividad al servicio de la sociedad catalana del matrimonio Roca-Vilaseca también tenía otras vertientes. Ayudaron al presidente Josep Tarradellas para que pudiera conservar el archivo de la Generalitat republicana que el presidente tenía en Saint-Martin-le-Beau (Francia). Una vez recuperada la Generalitat, Josep Maria Vilaseca fue el responsable de la Comisión Jurídica Asesora de la Generalitat y el primer director del Instituto de Estudios Autonómicos.
La generosidad de Teresa Roca y Josep Maria Vilaseca supuso, asimismo, una ayuda fundamental al sector editorial (Editorial Laia, Editorial Estela, Ediciones 62, etc.). El matrimonio, además, también ayudó a Edicions Catalanes de París en sus publicaciones «clandestinas» durante el franquismo.
Si Josep Maria Vilaseca utilizó su competencia profesional para ponerla al servicio de Cataluña, Teresa Roca aportó su participación en Compañía Roca Radiadores para poder hacer realidad los proyectos que se planteaban. Teresa Roca tenía una gran sensibilidad social y una especial preocupación por los más necesitados. Entre otros, cedió su finca de Can Bordoi para la realización de actividades y dejó al movimiento escultista el Castell Vell de la misma finca.
La generosidad del matrimonio respondía, por un lado, a su sensibilidad social y a su solidaridad y, por otro lado, a su forma de vivir el cristianismo.
Teresa Roca Formosa y Josep Maria Vilaseca recibieron la Creu de Sant Jordi en 2009 y 1983, respectivamente.