Formación profesional: el momento es ahora

Ahora que se está planificando la oferta de formación profesional (FP) del curso 2022-2023, conviene recordar ―para evitar que se repita― el revuelo que tuvo lugar con la matrícula del pasado septiembre, cuando 1.323 personas se quedaron finalmente sin plaza en FP tras la fase extraordinaria de matrícula.

El aumento de demanda de FP tiene una solución viable a corto plazo si se realizan las apuestas necesarias y efectivas.

¿1.323 personas son muchas o pocas? Son muchas. Cataluña no puede permitirse que la FP, y el mercado laboral en última instancia, prescindan de ellas. Pero el problema tiene una solución viable a corto plazo si se realizan las apuestas necesarias y efectivas.

Antes que nada, las cifras expresan una noticia positiva: crece el número de personas que quieren incorporarse a la FP. Por lo tanto, de cara al próximo curso hay que responder a este aumento de la demanda con un incremento de la oferta de FP, especialmente en aquellos ciclos que han concentrado mayor interés y que, a su vez, forman a profesionales demandados por el mercado de trabajo. No es un objetivo fácil de alcanzar, pero hay que tender hacía él.

Hay que responder a este aumento de la demanda con un incremento de la oferta en aquellos ciclos que han concentrado mayor interés y que, a su vez, forman a profesionales demandados por el mercado de trabajo.

La planificación de la oferta de FP se mueve entre la demanda de formación y la demanda de empleo. La primera deriva de una mezcla de motivaciones, habilidades, trayectoria escolar, y entorno familiar, social y territorial… y la percepción social de las profesiones también desempeña un papel importante. Esta percepción no evoluciona al mismo ritmo que la realidad del mundo profesional y no obedece necesariamente a las necesidades del mercado laboral. Hallar el punto de equilibrio entre estos dos polos, aunque sea la obligación de quien planifica, es de una complejidad considerable.

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Ayudaría mucho disponer de datos sistematizados y series históricas sobre demografía, demografía escolar, tasas de graduación de las diferentes etapas educativas, actividad económica, empleo, necesidades a escala territorial, expectativas de las personas…. Y no es que hoy estos datos no existan o no sean accesibles, sino que tienden a una disgregación que dificulta enormemente la planificación de la oferta.

La construcción o habilitación de espacios y la compra de equipamientos llevan una década de retraso: se necesitan con urgencia partidas específicas.

Pero uno de los principales obstáculos estructurales para una expansión de la oferta de FP que pueda satisfacer la demanda actual de formación es la falta de espacios y equipamientos. La dotación de profesorado ―que es, con mucha diferencia, el principal gasto de la FP― sigue siendo imprescindible, pero ha dejado de ser suficiente. Las inversiones (construcción o habilitación de espacios y compra de equipamientos) llevan una década de retraso. Se necesitan con urgencia partidas específicas en cada uno de estos ámbitos que permitan que la oferta crezca en cantidad y calidad. Evidentemente, esto significa más recursos económicos. Algunas estimaciones han situado la cifra alrededor de los 20 millones de euros. Tanto si es algo más como si es algo menos, se trata de un volumen al alcance del presupuesto de la administración educativa. Solo hay que priorizar.

Finalmente, sería muy conveniente tener preparado un dispositivo de emergencia, con recursos presupuestarios que hagan posibles soluciones de última hora, por si las previsiones se desbordan, como en septiembre del año pasado. A pesar de las buenas perspectivas actuales, la duración de la pandemia sigue siendo incierta y no se pueden descartar comportamientos erráticos de los demandantes, muy difíciles de prever y de afinar a los niveles que la planificación de la oferta requiere.

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La crisis del curso pasado no puede frenar las acciones de la Administración para continuar estimulando la demanda de FP. Además, sería conveniente que este esfuerzo se centrara en promocionar aquellas formaciones que más se adecúen a los perfiles emergentes en el mercado laboral.

Dentro de poco menos de un año deberíamos poder afirmar que los resultados del proceso de preinscripción y matrícula para el curso 2022-2023 no han dejado a nadie sin plaza y que, al mismo tiempo, las plazas otorgadas contribuirán, a largo plazo, a proveer las personas cualificadas que la actividad económica demanda.

Y, de paso, deberíamos permitir desterrar esta costumbre ―tan arraigada como injusta― de hablar siempre de la FP como de un problema.

Si quieres saber más:

Francesc Colomé, Xavier Farriols, Josep Francí y Oriol Homs son expertos asociados de la Fundació Bofill en el marco del proyecto FP XXI.

Imagen: Mònica Moreno / Ayuntamiento de Barcelona

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