10 beneficios de la mentoría para el bienestar emocional en la adolescencia
25/09/2024
Cuando hablamos de la adolescencia, normalmente se tiende a remarcar las dificultades que de ella se derivan, tanto para las figuras adultas como para los propios jóvenes. Es un momento de inflexión clave, una época llena de cambios, convulsa y desafiante que los y las jóvenes necesitan transitar para poder aflorar con su identidad propia. Un momento que a menudo ha sido demonizado por los cambios a nivel emocional, relacional y social, entre otros.
Pero... ¿de qué cambios hablamos? Empecemos por citar los principales a nivel de estructura cerebral, que hacen que un/a joven que hasta ahora podía presentar un perfil de conducta concreto, con la adolescencia pueda llegar a cambiar considerablemente.
“La adolescencia es una etapa en la que los y las jóvenes buscan más independencia y autonomía, son más sensibles para formar vínculos y comienzan a pensar de manera más lógica y abstracta”
- Crecimiento del córtex prefrontal: es el área más desarrollada e involucrada en funciones cognitivas como la toma de decisiones, la planificación, la atención o la regulación de conductas inapropiadas, entre otras.
- Disminución de la zona media prefrontal (justo en el centro de la cabeza), relacionada con el social brain, que regula las decisiones en temas sociales (por eso les cuesta ponerse en el lugar del otro).
- Sistema límbico: relacionado con el procesamiento de las emociones, está completamente desarrollado y en constante activación, lo que hace que esté en búsqueda de placer o recompensas, sin valorar siempre los riesgos. Esto provoca que el/la joven busque constantemente experiencias nuevas, asumiendo riesgos (entienden los riesgos, pero las recompensas pesan más) para conseguir placer o sensaciones de satisfacción.
Por tanto, los principales cambios durante la adolescencia hacen que la zona del cerebro prefrontal, que permite frenar las actuaciones más reactivas o reflexionar y planificar las acciones, no esté aún del todo desarrollada. En cambio, la amígdala (sistema límbico) está en una constante búsqueda del placer y muy activada por la segregación de hormonas. Si a todo esto le añadimos que la zona media prefrontal —la que nos permite ponernos en el lugar del otro— está disminuida, nos encontramos con que el/la adolescente se rige más por la satisfacción personal y, posiblemente, sin mucha planificación.
La adolescencia es también una etapa en la que los y las jóvenes buscan más independencia y autonomía. Durante este tiempo, son más sensibles para formar vínculos y amistades entre iguales. Sus cerebros tienen una gran plasticidad, lo que les permite desarrollar rápidamente nuevas habilidades. Además, comienzan a pensar de manera más lógica y abstracta, lo que les ayuda a entender conceptos más complejos.
“Con todos estos cambios que se producen durante la adolescencia, la figura mentora puede tener múltiples beneficios para el bienestar emocional de los y las jóvenes adolescentes”
A continuación, citamos 10 beneficios que, a nuestro entender, pueden ser los más significativos:
- Apoyo emocional: Las figuras mentoras ofrecen un espacio seguro donde los/las adolescentes pueden expresar sus sentimientos y preocupaciones, ayudando a reducir el estrés y la ansiedad típicos de esta etapa.
- Desarrollo de la autoestima: Al recibir orientación y reconocimiento por sus logros y esfuerzos, los/las adolescentes aumentan su autoestima y confianza en sí mismos/as.
- Modelos positivos a seguir: Las figuras mentoras suelen ser ejemplos a seguir, mostrando comportamientos y actitudes positivas que pueden influir en los/las adolescentes a adoptar hábitos saludables y actitudes constructivas.
- Mejora de habilidades sociales: La interacción con un/a mentor/a mejora las habilidades de comunicación, resolución de conflictos y empatía de los/las jóvenes adolescentes, esenciales para unas relaciones sociales que en esta etapa resultan cruciales.
- Orientación y dirección: Los/las mentores/as ayudan a los/las adolescentes a establecer metas y les brindan orientación sobre cómo alcanzarlas, dándoles un sentido de propósito y dirección, y reduciendo la confusión habitual de este momento vital.
- Reducción de comportamientos de riesgo: La presencia de un/a mentor/a puede disuadir a los/las adolescentes de involucrarse en conductas de riesgo, como el consumo de drogas o la delincuencia, ofreciéndoles alternativas positivas y apoyo constante.
- Fomento de la resiliencia: Las figuras mentoras enseñan a los/las adolescentes estrategias para afrontar y superar desafíos, lo que contribuye a fortalecer una mentalidad resiliente.
- Sentido de pertenencia: Tener un/a mentor/a ayuda a los/las adolescentes a sentirse conectados y parte de una comunidad, algo vital en la adolescencia para su bienestar emocional y para evitar sentimientos de soledad y sufrimiento emocional.
- Orientación académica y profesional: Las figuras mentoras pueden ofrecer orientación académica y profesional, proporcionando a los/las jóvenes información y apoyo para tomar decisiones sobre su futuro y desarrollar habilidades necesarias para su trayectoria profesional.
- Desarrollo de la compasión: Los/las mentores/as acompañan a los/las jóvenes a comprender que otros adolescentes atraviesan experiencias similares, que no están solos/as en lo que sienten durante esta etapa vital. Así, fomentan la validación del proceso de cambio y rompen posibles aislamientos.
En resumen, durante esta etapa en la que los y las jóvenes están formando su personalidad e identidad, un/a mentor/a puede brindar el apoyo y la guía necesarios para acompañar este proceso, favoreciendo el desarrollo emocional y psicológico de los y las adolescentes.