Una relación de confianza mutua: el voluntariado como clave de la mentoría
14/09/2023
El rol de un mentor o mentora voluntaria es valioso porque se diferencia de los equipos profesionales y aporta un complemento a la tarea socioeducativa. Pero el voluntariado también pide cierto compromiso, y hay que entender en profundidad la importancia que tiene este rol en un programa de mentoría.
Karlos Ordoñez, responsable de los proyectos de mentoría de la entidad vasca SOS Racismo Gipuzkoa y presidente de la Coordinadora de Mentoría Social, está convencido del valor del voluntariado: “La persona que participa en el programa como mentorada ve a su acompañante como alguien que está con ella por el interés de conocerle y de encontrar espacios de compañía”.
Karlos Ordoñez es uno de los fundadores de SOS Racismo Gipuzkoa, desde el año 1993. Después de una estancia intensa en América Central, donde trabajó doce años como realizador de televisión y de haber trabajado en diferentes entidades de defensa de los Derechos Humanos, en la última década su tarea se ha centrado en poner en marcha programas de mentoría social en Gipuzkoa. Además, actualmente ocupa el lugar de presidencia en la Junta de la Coordinadora de Mentoria Social. Para justificar desde la experiencia su opinión sobre el voluntariado, nos habla de los proyectos de su entidad en los cuales cuenta con voluntariado que hace mentoría.
“La persona que participa en el programa como mentorada ve a su acompañante como alguien que está con ella por el interés de conocerle y de encontrar espacios de compañía”
En SOS Racismo básicamente tienen dos proyectos de mentoría social. Uno de ellos es Rossinyol, Urretxindorra. A través de este atienen desde hace 10 años a niñas y niños migrantes, o de origen migrante de entre 10 y 14 años. Hasta hoy, más de 350 niñas y niños han participado con un notable nivel de satisfacción. El programa ha ido encontrando progresivamente apoyo de las administraciones públicas, como por ejemplo el Ayuntamiento de Donosti o el de Errenteria, la Diputación de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco. Incluso, hace tres años el programa recibió el Sello MC de calidad de la Coordinadora de Mentoría Social y a la vez desde la Dirección de Migración del Gobierno Vasco se apoyó la extensión del programa en todo Euskadi, cosa que lideran desde SOS Racismo junto con ZEHAR Errefuxiatuekin y Fundación Ellacuría.
Por otro lado, desarrollan el programa Izan Harrera, que empezó el 2019 para atender el perfil de personas solicitantes de asilo o refugiadas de la mano de CEAR, posteriormente ZEHAR Errefuxiatuekin. En 2023 han iniciado la cuarta edición con un importante incremento en el número de parejas y han extendido el perfil al de personas migrantes. Desde SOS Racismo consideran que las personas migrantes, como las personas refugiadas, también huyen de los lugares de origen; en este caso por la violencia económica. Y la mayoría son personas jóvenes que buscan sin tregua una vida nueva, una cosa reconocida como derecho en la declaración universal de los Derechos Humanos, y que no obstante es criminalizado por los poderes políticos, económicos y muchas veces mediáticos.
La voluntariedad es clave en mentoría
Las personas mentoras de estos programas son voluntarias. Su función es colaborar, mediante el acompañamiento, con el bienestar psicosocial de las personas asignadas. Se encuentran un día en la semana con su mentorado o mentorada. La duración media del encuentro es de tres horas, y son monitorizadas y analizadas por el equipo técnico de SOS Racismo.
¿Qué hacen las parejas durante estas tres horas semanales? Conocerse, escucharse, buscar espacios comunes de ocio, de conocimiento del entorno, etc. Por eso tienen acuerdos con diferentes entidades sociales, culturales y deportivas que facilitan los recursos para el programa.
Karlos insiste aquí en la importancia de la condición voluntaria de la persona mentora: “Esta dinámica va posibilitando una comunicación que fortalece la relación, que la va transformando en una relación bidireccional de confianza y amistad. No se trata de dar, de enseñar, de dirigir, sino de participar en un trueque emocional, de aprender compartiendo, de proponer y escuchar” Aun así, no deja de señalar el compromiso necesario que hay detrás de un voluntariado como este: “Se trata de un voluntariado exigente. Esto siempre lo decimos porque más allá de la buena voluntad, ser mentor o mentora exige un compromiso y una alta responsabilidad”. Y evidentemente, los mentores y mentoras reciben previamente una formación sobre la mentoría social, sus particularidades, límites, exigencias y casuísticas.
La mentoría es una relación bidireccional de confianza y amistad, pero ser mentora exige un compromiso y una alta responsabilitad
“Es de destacar también el beneficio que supone el programa para las personas voluntarias” destaca Ordoñez. “El descubrimiento de primera mano de las nuevas realidades y culturas en nuestro entorno, el refuerzo de las competencias interculturales, el descubrimiento de prejuicios propios, la mejora de habilidades comunicativas e interpersonales, cuestionar nuestra zona de confort, el desarrollo de la empatía, de la escucha…”
La diferencia entre el rol de los y de las profesionales y el de las personas mentoras es clara. En SOS Racismo Gipuzkoa tienen más de veinte programas diferentes. Muchos relacionados con la sensibilización, la lucha contra los rumores y los prejuicios, la asesoría jurídica, la denuncia, la educación antirracista, el apoyo a las mujeres migrantes, la acogida y la inserción sociolaboral, etc. Todos funcionan con profesionales. Los dos programas de mentoría social son una pequeña parte de su trabajo y encuentran en esta estrategia una fórmula muy interesante para implicar la sociedad en los objetivos de su entidad.
Las personas migrantes, refugiadas o solicitantes de asilo o protección internacional tienen un abanico bastante grande de profesionales a su alrededor, que intentan trabajar en favor de sus derechos, buscan fórmulas de inserción, visibilizan sus derechos o denuncian la vulneración, colaboran en la asesoría de trámites, etc. Hace falta, pues, contextualizar la mentoría como una pieza más que se añade a esta estructura.
“La mentoría social se encuentra en el terreno del apoyo más individualizado, de apoyo a su salud mental, contra la soledad, en favor de la construcción de puentes que posibiliten su proceso de inclusión, su sensación de pertenencia."
“La mentoría social se encuentra en el terreno del apoyo más individualizado, de apoyo a su salud mental, contra la soledad, en favor de la construcción de puentes que posibiliten su proceso de inclusión, su sensación de pertenencia. Y esto, a través de un acompañamiento de alguien que a cambio de nada quiere participar en la construcción de este vínculo. La función de la mentoría social no es realizar terapias ni asesoramiento legal.” Por eso, dice Ordoñez, existen los y las profesionales. La mentoría social tiene estas dos facetas y ocupa el espacio de la relación personal que alienta y que va en dirección al apoyo y la amistad.
Desde SOS Racismo creen que, como sociedad, tenemos el deber moral de acoger en igualdad las personas que por diferentes motivos llegan a nuestros países. No se puede delegar solo a los poderes públicos las políticas de acogida y quedarnos de mientras con los brazos cruzados. Y más en estos tiempos en que las políticas de la ”Europa Fortaleza” condenan miles de personas a la desesperación de una vida imposible. A la vez que presionan, denuncian y exigen el respecto a los Derechos Humanos para todas y para todos. En un contexto como este, hay que activarnos como ciudadanía, “debemos ponernos manos a la obra y la mentoría social es una manera de hacerlo con la implicación directa de las ciudadanas y ciudadanos”, defiende Ordoñez.
La mentoría como una experiencia personal
Karlos comparte con nosotros un par de ejemplos que permiten ilustrar de que sirve que las personas mentoras sean voluntarias.
Uno de Izan Harrera; en la primera edición, en 2019, en una iniciativa de mentoría grupal juntaron una familia autóctona de la localidad de Tolosa con una familia curda de origen sirio que eran solicitantes de asilo y vivían en la localidad de Villabona, próxima a Tolosa. Ambos matrimonios tenían cuatro hijos de edades parecidas. Es decir, al reunirse se encontraban doce personas, cuatro adultos y ocho niños/as. En un ambiente de localidad pequeña y rural estos encuentros no pasaron desapercibidos para el vecindario. Pronto pasó de ser una curiosidad a un encuentro normalizado. Y la acogida social se vio rápidamente reforzada. Los niños curdos pronto aprendieron sus primeras palabras en vasco. De hecho, fueron ellos los que posibilitaron la comunicación. Más de cuatro años después, las dos familias mantienen una relación profunda de amistad.
En el caso de Urretxindorra, en la segunda edición, en 2015 los derivaron una niña de 12 años recién llegada de Ucrania. Participó como mentorada en el programa en la localidad de Errenteria. Era una chica extremadamente tímida y que venía con cierto estrés por el conflicto que ya entonces se vivía al este de su país, donde se habían quedado los abuelos. El programa se llevó a cabo con toda normalidad. La niña avanzó en las relaciones y en el conocimiento del idioma. Siete años más tarde aquella niña se puso en contacto por teléfono con la entidad. Ahora era una joven que estaba estudiando 1º de Psicología en la UPV. Les explicó que recordaba con mucha ternura su paso por Urretxindorra y que quería cerrar el círculo, siendo ella mentora. Le asignaron una niña de origen colombiano. Al cabo de poco tiempo estalló la guerra por la invasión de Putin y la mentora cayó en un estado de tristeza, pero según explica hoy, fue la relación con su mentorada de Colombia la que le permitió a volver a creer en las personas y en la amistad sin condiciones.
La mentoría es una manera de generar implicación directa de ciudadanas y ciudadanos con un problema social que nos afecta a tots
Las ventajas de un acompañamiento voluntario
Que los y las mentoras sean personas voluntarias tiene sin duda varias ventajas. La primera es el mismo concepto de voluntariedad. La persona que se implica no lo hace por una recompensa económica. No es un trabajo profesional. Cómo dijo Jaume Funes en el Congreso de la Coordinadora de Mentoría Social de mayo del 2022 “voluntariado no es sinónimo de chapuza”. Más bien al contrario. Y en el caso de la mentoría, especialmente.
Y, por otro lado, las personas voluntarias que ejercen de mentoras se implican en una cosa que se está reivindicando como derecho desde la Coordinadora. Y es el derecho al acompañamiento. Un acompañamiento voluntario. La persona que participa en el programa como mentorada ve a su acompañante como alguien que está con ella por el interés de conocerlo y de encontrar espacios de compañía que satisfagan el ocio, otro derecho también muchas veces despreciado.
Si quieres hacer mentoría, puedes consultar las ofertas de voluntariado del programa Mentora