“La sociedad civil tiene un papel fundamental en sostener las democracias”

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Entrevista

Ignasi Carreras es desde octubre de 2025 el nuevo presidente de la Fundació Bofill. Con una amplia trayectoria de voluntariado y vinculación con diversas organizaciones sociales y de cooperación internacional, Carreras ha sido director de Oxfam Intermón y actualmente es presidente de Oxfam Intermón y miembro de la junta directiva internacional de Oxfam. También fue miembro del equipo fundador del Casal dels Infants del Raval y desde 2007 formaba parte del patronato de la Fundació Bofill, hasta ahora como vicepresidente de la entidad.

En esta entrevista, Ignasi Carreras señala algunos de los desafíos que las entidades sociales, ONG y organizaciones de cooperación afrontan en un contexto actual marcado por la desconfianza, la polarización y un retroceso en las políticas de equidad, inclusión y diversidad. Pero también por los niveles de pobreza infantil y las crecientes desigualdades que atraviesan la sociedad y repercuten en las oportunidades educativas y los resultados.

¿Debemos imaginar una Fundació Bofill muy diferente a partir de ahora?

La Fundació Bofill ha sabido adaptarse a lo que necesitaban la educación y la transformación social a lo largo de la última década. Se ha ido centrando cada vez más en la lucha contra las desigualdades en el ámbito educativo y también en una educación que construya una sociedad con menos desigualdades.

“La equidad educativa debe ser una causa de la sociedad”

Esta es una misión a largo plazo, y el equipo de la Fundació queremos seguir trabajando en ella. Me imagino una Fundació que ponga aún más énfasis en este rol y conecte con la sociedad para hacer que las causas de la equidad educativa sean causas de la sociedad. La lucha contra el abandono, la lucha contra la segregación escolar, las oportunidades educativas más allá de la escuela para todos, la brecha digital... queremos que sean causas con un creciente apoyo social, porque si no, no podremos lograr una educación de calidad para todos los niños y jóvenes.

Una misión completamente actual y necesaria hoy

Sin abordar este reto, es imposible luchar contra la pobreza, contra la discriminación, a favor de una sociedad más democrática y participativa. Por lo tanto, no es solo que sea un reto actual, sino que, con el incremento de las desigualdades en todo el mundo, es una causa muy vigente y, desgraciadamente, también de mucho futuro. Y la contribución de la Fundación en el ámbito de la educación creo que es fundamental y lo será aún más.

Marga León, directora del Anuario de la Educación, explica que no solo crecen las desigualdades, sino también su impacto (en los años sesenta los más ricos no vivían mucho más que los más pobres, y ahora sí). ¿Son hoy las desigualdades un riesgo mayor que en 1969? ¿Por qué la desigualdad es un riesgo que debería preocupar más?

Porque las desigualdades condenan a importantes sectores de la población a situaciones de pobreza extrema. En los últimos años hemos tenido crecimientos importantes del PIB, pero no conseguimos reducir la población que vive en situaciones de pobreza extrema. La desigualdad concentra el poder en pocas manos y rompe el ascensor social; condena a las clases medias a caer en situaciones de vulnerabilidad. Antes la concentración del poder era económica, pero ahora es también tecnológica y de la desinformación.

La desigualdad, en muchos países, también está ligada a la expresión de situaciones de violencia. Cuanta más desigualdad, más fractura social, más violencia. Por eso es tan relevante actuar frente a las desigualdades económicas, sociales, climáticas, de salud… y que diferentes organizaciones trabajen distintos componentes de esa desigualdad, como hace la Fundació Bofill en las desigualdades educativas.

Cataluña tiene un 34,8% de niños y adolescentes en riesgo de pobreza o exclusión social, una de las tasas más elevadas de Europa. ¿Por qué el foco de la Bofill se centra hoy en la educación?

Solo con la educación no se pueden superar las desigualdades sociales, pero sin la educación será imposible revertir esta preocupante realidad que tenemos en Cataluña. La educación es uno de los principales elementos de cohesión y permite que las sociedades avancen, para que quienes menos tienen puedan disfrutar de todos los derechos y oportunidades sin estar condicionados desde su nacimiento por las circunstancias de partida. Y esto debemos reforzarlo para evitar que las desigualdades educativas se conviertan en un elemento reproductor de las desigualdades sociales.

¿Qué papel tiene la sociedad civil ante los desafíos actuales?

El sector social y cívico tiene un papel fundamental en sostener las democracias. Los países avanzan cuando existen sociedades civiles estructuradas, que defienden los derechos de la población, que denuncian, se movilizan y hacen que las cosas realmente progresen.

“Los países avanzan cuando existen sociedades civiles estructuradas, que defienden los derechos de la población, que denuncian, se movilizan”

Cataluña es un buen ejemplo de una sociedad civil bien estructurada, pero la dificultad que tenemos actualmente es que la participación en una sociedad polarizada es compleja. La polarización social hace más difícil que las causas que muchas de estas organizaciones defienden sean causas transversales. Que la defensa de los derechos humanos no sea una cuestión de izquierdas o derechas, sino una cuestión que involucra a todos. O que la lucha contra el cambio climático y la lucha por una educación universal de calidad nos interpelen a todos.

Por eso son fundamentales las entidades de la sociedad civil que generan cohesión social, que son capaces de romper esa polarización con causas y banderas que deben unirnos al menos a una gran mayoría de la población. Porque si entidades como la Fundació Bofill solo llegamos a los ya convencidos, nuestra capacidad de convencer será muy clara con ese público, pero muy limitada. Debemos abrir la capacidad de llegar a públicos muy distintos a partir de causas comunes, y ser un actor de esta sociedad civil que trabaja por los derechos fundamentales, por un mejor medio ambiente, por una comunidad fuerte y una mayor cohesión social.

En este contexto de aumento de desigualdades y polarización, muchas organizaciones internacionales de cooperación y que luchan por la justicia social se ven cuestionadas y atacadas. Desde Naciones Unidas hasta la Cruz Roja y entidades comunitarias.

Muchas entidades y organizaciones de la sociedad civil son atacadas porque hay intereses detrás. Existen fuerzas políticas y movimientos que tienen una concepción de la sociedad muy diferente de los grandes consensos de los últimos años. Y una de las formas que tienen de actuar es lograr que más sectores de la población se adhieran a esas ideas —muy hábiles a través de las redes sociales—, y otra es demonizar, atacar y castigar a todas esas organizaciones que se posicionan a favor de los derechos fundamentales.

Es desagradable y debemos convivir con este contexto más hostil y gestionarlo, pero sin que nos limite. Y hay que buscar todas las alianzas posibles para no solo sobrevivir, sino avanzar y prosperar en la promoción de cambios que la sociedad y la población más vulnerable necesitan.

Estas críticas y ataques a las organizaciones sociales no son nuevos, han ocurrido en otros momentos de la historia. ¿Eso debería tranquilizarnos o ahora hay motivos de mayor alarma?

Greenpeace siempre ha vivido con ataques y ha tenido un 60% de gente favorable, un 20% neutral y un 20% desfavorable. Pero las herramientas que hoy tienen a su alcance las personas de ese 20% desfavorable son mucho más potentes que antes. Y el potencial para llegar a mucha más gente a través de canales digitales y promover desinformación y desconfianza, para generar ataques trumpistas, decir cosas que son mentiras pero que parecen grandes verdades...

Aunque antes había ataques, su capacidad de incidencia no era tan fuerte como la que tienen ahora. Por eso sí debe preocuparnos, porque estamos en un contexto de mucha incertidumbre, de muchos cambios y de miedo. Y con una gran dificultad para que muchas personas distingan lo que es cierto de lo que no lo es y mantengan un sentido crítico.

¿Cómo se están preparando las organizaciones internacionales ante estos ataques trumpistas?

Trump es un tsunami en diferentes dimensiones. Los primeros afectados han sido los propios ciudadanos de Estados Unidos, porque el tsunami Trump está destruyendo los pocos elementos de estado del bienestar que quedaban en EE. UU. tal como lo entendemos en Europa. También es un tsunami desde el punto de vista de las relaciones multilaterales. Las Naciones Unidas no saben cómo sobrevivir: el presupuesto de sus agencias está cayendo entre un 30 y un 60%. Es un tsunami desde el punto de vista de la aceptación de la diversidad. Las empresas habían avanzado mucho en responsabilidad y políticas de diversidad o cambio climático, y ahora ven que ya no pueden ser portavoces públicos de sus acciones porque son atacadas. Y también es un tsunami desde el punto de vista tecnológico y de los algoritmos que nos regulan a todos.

También está afectando a las ONG y organizaciones de la sociedad civil. Gran parte de las organizaciones internacionales perderán entre un 30% de sus recursos en dos o tres años, y la Unión Europea también está reduciendo fondos para invertir en defensa.

“En momentos de miedo, la defensa, desmantelar políticas de diversidad y cohesión... pesan más que la educación y la equidad”

España está entre los cinco países donde la polarización es más intensa y permanente. Esto significa que los consensos que necesitamos, para ciertas causas sociales, son más difíciles de alcanzar. Y en el ámbito educativo estamos cansados de eso. El panorama no es fácil: es un escenario de incertidumbre, de muchos cambios y de miedo. Y en ese contexto de miedo, gana más la defensa que la educación. Pesa más desmantelar políticas de diversidad, de cohesión, de sostenimiento de una red social, que la equidad.

En estos contextos, las organizaciones locales e internacionales son más necesarias que nunca. Y seguro que nos atacarán, por eso debemos saber conectar más con los demás y hacer las cosas con humildad. Debemos ser firmes con nuestras convicciones, con nuestras causas, y buscar el mayor apoyo social posible.

¿Cómo puede afectar esta polarización y tensión social a la capacidad de organizaciones como la Fundación Bofill para generar cambios sociales?

Hay cuatro elementos del contexto actual que lo hacen difícil para una entidad como la nuestra y para las personas con las que trabajamos por la causa. Uno es que el estado del bienestar está perdiendo impulso, y esta evolución negativa puede agravarse con el aumento del gasto estatal en defensa y armamento.

“El estado del bienestar está perdiendo impulso y puede verse agravado con el aumento del gasto en defensa y armamento”

El segundo es cómo la sociedad está afrontando los cambios migratorios y el incremento de la diversidad. El tercero, la fuerte polarización de la sociedad con el crecimiento de la desinformación. Y el cuarto elemento importante es la revolución tecnológica y la gran transformación que conlleva la inteligencia artificial, que tiene muchos aspectos positivos, pero también genera desigualdad.

¿Por qué es más importante que nunca colaborar, cooperar y promover la implicación?

Porque ninguno de los retos que tenemos por delante puede tener soluciones solo desde un tipo de organizaciones, y ya no digamos desde una sola organización. Debemos avanzar hacia colaboraciones más intersectoriales. Una organización como la Bofill, que es una fundación con capacidad de ser pionera e innovar, debe saber colaborar con otras entidades innovadoras. El Hub Social es un buen ejemplo de cómo generar alianzas y sumar con organizaciones diferentes que se ponen de acuerdo en torno a un propósito. Y eso genera puentes.

¿Cómo ves la Fundació en 10 años?

Veo una Bofill dentro de 10 años como un referente en la lucha contra las desigualdades en el ámbito educativo, capaz de generar procesos de cambio sistémico. Pero también una fundación innovadora y emprendedora que ponga en marcha soluciones creativas, como los programas que ya tenemos en este sentido.

Una fundación colaborativa y con un apoyo creciente por parte de la sociedad. Que nos permita conectar con la comunidad educativa, pero también con la sociedad, con organizaciones de base para impulsar las causas que promovemos. Y veo una fundación con independencia, legitimidad, autenticidad, creatividad y que sea un buen lugar para que todas las personas que se acerquen a ella encuentren un espacio donde puedan luchar por sus ideales.

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