Ansiedad matemática: una reacción emocional que afecta el rendimiento escolar. ¿Cómo intervenir?
27/11/2023
Maria Isabel Núñez Peña. Grup de recerca en Neurociència Cognitiva i Institut de Neurociències (Universitat de Barcelona). Institut de Recerca Sant Joan de Déu.
Una buena formación en las disciplinas del STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics) es imprescindible para que los ciudadanos puedan cumplir con las demandas del siglo XXI. El creciente ritmo del avance tecnológico (robotización, hiperconectividad, Big Data, inteligencia artificial) hace que los empleos en la actualidad sean más complejos que nunca y que exijan habilidades para aplicar principios cuantitativos, de pensamiento crítico, resolución de problemas y razonamiento lógico.
Lamentablemente, muchas personas no tienen un buen nivel en estas habilidades, lo que disminuye sus oportunidades a nivel profesional. Por un lado, las personas no pueden acceder a ocupaciones mejor remuneradas, viendo limitado su progreso socioeconómico, y, por el otro, las empresas se ven con dificultades a la hora de encontrar personal cualificado. De hecho, una baja competencia matemática supone un mayor hándicap a nivel profesional que la baja competencia lectora.
Cabe destacar que según el último informe PISA (Program for International Student Assessment), cuando acaban su etapa de escolarización obligatoria, los jóvenes de nuestro país tienen una puntuación media en esa competencia que está por debajo de la media de los jóvenes de la Unión Europea y de la de los países miembros de la OCDE. Además, si observamos la evolución de esa media a través de las distintas ediciones del informe PISA se puede comprobar que desde 2003 hasta 2015 no se observó ningún cambio significativo, lo que pone de manifiesto que no se produjo ninguna mejora sustancial en la competencia matemática de nuestros jóvenes durante los doce años que transcurrieron desde ese año.
Uno de los factores que está más relacionado con la baja competencia en matemáticas y la evitación de las disciplinas del STEM es la ansiedad a las matemáticas. Este tipo de ansiedad se define como una reacción emocional caracterizada por sentimientos de miedo, tensión y aprensión en situaciones que implican el razonamiento matemático, tanto académicas como en la vida cotidiana.
Uno de los factores que está más relacionado con la baja competencia en matemáticas y la evitación de las disciplinas del STEM es la ansiedad a las matemáticas.
La ansiedad a las matemáticas es un problema con una elevada prevalencia entre los estudiantes. Prueba de ello la encontramos en el informe PISA de 2012, el más reciente en el que se ha profundizado en la competencia en matemáticas: alrededor de un tercio de los jóvenes de 15 años de los países de la OCDE manifestaron que se sentían incapaces o nerviosos cuando hacían problemas de matemáticas y tensos al hacer los deberes de matemáticas. Además, el 58% se preocupaban pensando que tendrían dificultades en las clases de matemáticas. Es relevante destacar que, en promedio, por cada punto de diferencia en el nivel ansiedad a las matemáticas de un país, hay un descenso de 34 puntos en el rendimiento en matemáticas, lo que equivale casi a un curso escolar.
En promedio, por cada punto de diferencia en el nivel ansiedad a las matemáticas de un país, hay un descenso de 34 puntos en el rendimiento en matemáticas, lo que equivale casi a un curso escolar.
Dada la elevada prevalencia de la ansiedad a las matemáticas en la población y por su relación con el bajo rendimiento en matemáticas y la evitación de las disciplinas del STEM es fundamental investigar este tema en profundidad y buscar soluciones.
¿Por qué la ansiedad a las matemáticas está relacionada con un bajo rendimiento en esa materia? ¿Es causa o consecuencia?
La respuesta a esta cuestión es fundamental para identificar los factores que contribuyen al desarrollo y al mantenimiento de la ansiedad a las matemáticas, conocimiento que permitirá diseñar programas de prevención para evitar su desarrollo en los más pequeños y, también, programas de intervención para ayudar a aquellos que ya la padecen. El fin último es el de incrementar la competencia en matemáticas en la población.
Hasta el momento la propuesta más aceptada por parte de los investigadores para explicar por qué las personas con ansiedad a las matemáticas tienen un bajo rendimiento en esa materia es la desarrollada por Ashcraft y colaboradores y está relacionada con la memoria de trabajo (el sistema encargado del control, regulación y mantenimiento activo de una cantidad limitada de información relevante para realizar una tarea).
Estos autores sugieren que la reacción ansiosa ocuparía recursos cognitivos de la memoria de trabajo que dejarían de estar disponibles para resolver la tarea matemática, empeorando entonces el rendimiento en esa tarea. Así, la ansiedad a las matemáticas situaría a las personas que la experimentan ante una tarea doble:
- por una parte, la ejecución de la tarea matemática (por ejemplo, resolver operaciones aritméticas),
- por otra, las preocupaciones relacionadas con la tarea (por ejemplo, pensamientos acerca de las consecuencias negativas del fracaso).
Evidencias que apoyan esta propuesta se encuentran en estudios que demuestran que las personas con ansiedad matemática cometen más errores y son más lentas que las personas con baja ansiedad al solucionar problemas aritméticos complejos que cargan la memoria de trabajo (por ejemplo, sumas llevando). En ese caso, ambas tareas competirían por los limitados recursos de la memoria de trabajo, por lo que el rendimiento en la tarea aritmética se vería entorpecido. Así, la ansiedad a las matemáticas podría impedir un buen rendimiento independientemente de la habilidad real.
De acuerdo con la propuesta de Ashcraft y colaboradores, la ansiedad a las matemáticas sería la causa del bajo rendimiento (o la baja eficiencia) en matemáticas, por lo que, liberando la memoria de trabajo de los pensamientos intrusivos, el rendimiento mejoraría.
Otros autores (Maloney y colaboradores), sin embargo, han propuesto que las personas con ansiedad a las matemáticas tienen un bajo rendimiento en esa materia porque tienen un déficit numérico básico que compromete el desarrollo de habilidades matemáticas complejas. De hecho, estos autores encontraron que las personas con alta ansiedad a las matemáticas eran más lentas que las de baja ansiedad en una tarea de enumeración (en concreto, cuando tenían que contar de 5 a 9 figuras geométricas) y también mostraban una mayor diferencia de agilidad en una tarea de comparación numérica. Así, una mejor adquisición de las habilidades matemáticas básicas podría prevenir el desarrollo de la ansiedad a las matemáticas.
Por último, recientemente, Suárez-Pellicioni y colaboradores han desarrollado otra propuesta para explicar por qué las personas con ansiedad a las matemáticas tienen un bajo rendimiento en esa materia. En concreto, han sugerido que la ansiedad deteriora la eficiencia en el procesamiento porque afecta al control atencional, por lo que las personas con ansiedad a las matemáticas son más susceptibles a la distracción en tareas con contenido numérico. Estos distractores pueden ser internos (pensamientos intrusivos, preocupaciones, etc.) o externos (distractores irrelevantes para la tarea). En este sentido, las personas con ansiedad a las matemáticas se beneficiarían si se eliminaran los distractores internos y/o externos durante la realización de tareas matemáticas.
Algunas propuestas de intervención
Las evidencias científicas que se han obtenido hasta el momento para explicar por qué la ansiedad a las matemáticas está relacionada negativamente con el rendimiento en matemáticas, cómo se origina y qué mecanismos la mantienen han permitido desarrollar algunas propuestas de intervención. Con una administración que garantice las condiciones de implementación adecuadas, dichas propuestas se podrían implementar en los dos frentes de actuación más próximos a los niños: escuelas y familia.
¿Qué se puede hacer desde las escuelas?
- En primer lugar, es fundamental dotar a los docentes de instrumentos que les permitan detectar de forma precoz a los alumnos con mayor riesgo. Una vez identificados, estos alumnos pueden recibir una atención personalizada que les ayude a no desarrollar miedo a las matemáticas.
- En segundo lugar, es importante también formar al profesorado en habilidades para evitar que sus estudiantes desarrollen ansiedad a las matemáticas y actitudes negativas hacia esa materia. Por ejemplo, destacando en clase la importancia de las matemáticas y mostrando, a través de sus interacciones diarias con el alumnado, que cualquiera puede aprender matemáticas y que cometer errores en los problemas matemáticos es normal e incluso óptimo para mejorar.
- En tercer lugar, conviene fortalecer la enseñanza de conceptos numéricos básicos durante los primeros cursos de primaria, con el fin de que los alumnos tengan una buena representación mental de la magnitud sobre la que poder asentar conocimientos matemáticos más complejos. En este sentido, investigaciones recientes han demostrado la utilidad de aprovechar el uso de las tecnologías, a través de videojuegos, apps, etc., para incrementar las habilidades matemáticas básicas y regular la ansiedad a las matemáticas.
- Por último, una mayor formación en matemáticas para el profesorado de cursos de primaria podría ayudar a reducir sus propios niveles de ansiedad, los cuales pueden contribuir al desarrollo de ansiedad matemática en sus alumnos.
¿Qué se puede hacer desde las familias?
Así como se ha demostrado la relación entre la ansiedad a las matemáticas del profesorado y la ansiedad a las matemáticas de su alumnado, se ha observado, también, el impacto negativo que la ansiedad de los padres puede tener sobre el rendimiento académico en matemáticas de sus hijos.
En consecuencia, es fundamental que la ansiedad matemática no se transmita en los hogares de generación en generación. Por el contrario, las familias deberían hablar con sus hijos de las matemáticas en sentido positivo, destacando su utilidad y relevancia, no solo en el ámbito académico, sino, también, en situaciones cotidianas.
Es importante, además, que las familias eviten transmitir tópicos acerca de la dificultad de las matemáticas, como, por ejemplo, la necesidad de tener habilidades innatas para ser “bueno” en matemáticas, y que tampoco transmitan estereotipos de género que señalen que los niños son mejores en matemáticas que las niñas. En este sentido, se ha demostrado la utilidad de intervenciones en las que se da apoyo a las familias para facilitar la interacción con sus hijos en torno a las matemáticas y así puedan darles ayuda de más calidad en estas tareas. Estas intervenciones no solo contribuirán a un mejor aprendizaje de las matemáticas en los niños, sino que, además, tendrán un efecto beneficioso para no desarrollar ansiedad a las matemáticas.
Es necesario invertir más esfuerzos, no solo para desarrollar nuevos programas de intervención, sino, también, para prevenir su aparición.
En conclusión, la ansiedad a las matemáticas tiene una elevada prevalencia entre nuestros jóvenes, hecho que contribuye a su bajo rendimiento en matemáticas y que limita sus oportunidades profesionales. Aunque en los últimos años se han presentado evidencias del beneficio que suponen algunas intervenciones para disminuir la ansiedad a las matemáticas y rebajar su impacto sobre el rendimiento en matemáticas, es necesario invertir más esfuerzos, no solo para desarrollar nuevos programas de intervención que permitan reducir la brecha de rendimiento entre personas con alta y baja ansiedad a las matemáticas, sino, también, para prevenir su aparición en nuestros pequeños.
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