¡Yo soy de mates! El juego, un elemento clave para hacer de las matemáticas una asignatura emocionante

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Cuántos de nosotros hemos dicho u oído a alguien de nuestro entorno diciendo: “¡Yo, es que soy de letras!”, “Uf, las mates no van conmigo”, “La cuenta mejor para otro” y ¿cuántas otras expresiones que nos dejan claro que no ha habido un buen proceso de enseñanza-aprendizaje de las matemáticas?

Generalmente, las matemáticas han sido la asignatura más detestada. Pocos niños, niñas y adolescentes han ido corriendo a clase con ilusión y ganas. A menudo, lo que nos encontramos es un alumnado desmotivado y aburrido, que no entiende lo que está haciendo y, por tanto, no tiene ganas de “aprender” más.

Nadie puede negar que las matemáticas son complejas, es un lenguaje que nos ayuda a entender el mundo y este es complejo. Pero ante esta realidad, los docentes tenemos dos opciones: llevar toda esa complejidad al aula de forma enrevesada y difícil o llevar esa complejidad al aula de una manera comprensiva y cercana al alumnado.

Gran parte del alumnado ha vivido esta asignatura como algo tedioso, que no sirve para nada, que no entienden y, lo peor de todo, como algo solo apto para unas pocas mentes privilegiadas, para unos pocos genios con los que no se sienten identificados.

Esto se debe a que durante mucho tiempo hemos llevado las matemáticas a las aulas de cualquier etapa de una manera compleja y aburrida, pasando directamente a la parte formal de las matemáticas con explicaciones teóricas de elementos y conceptos muy abstractos y con listados de fórmulas y algoritmos para memorizar, sin comprender qué son ni para qué sirven. Y aquí está el principal error: si el alumnado no entiende para qué sirve esta fórmula o algoritmo que acabo de escribir en la pizarra, no será capaz de aplicarlo y, por tanto, no tendrá ningún sentido ni significado para él o ella.

Memorizarán y mecanizarán fórmulas y algoritmos para dar respuesta a un examen o prueba y una vez hecho, se olvidarán. Quienes estamos o hemos estado en el aula hemos oído en varias ocasiones la típica pregunta: “¿Aquí qué debo hacer, sumar o restar? ¿Multiplicar o dividir?”, “Aquí tengo que hacer lo del mínimo común múltiplo, ¿no?”, y otros similares que no son más que un grito de advertencia a la falta de comprensión por parte del alumnado.

He empezado diciendo que las matemáticas nos ayudan a entender el mundo, pero esto no ocurre si no entiendo antes lo que estoy haciendo en el aula de mates, si no soy capaz de transformar lo que he trabajado en el aula, en una competencia. Cuando estos alumnos se encuentren ante una situación que requiera que apliquen su conocimiento y competencia matemática, un grueso del grupo no sabrá qué debe hacer, se sentirá perdido y con la sensación de no ser lo suficientemente inteligente.

Debemos llevar al aula unas matemáticas que impulsen a nuestro alumnado a convertirse en personas matemáticamente competentes, capaces de resolver situaciones reales.

Debemos llevar al aula unas matemáticas que impulsen a nuestro alumnado a convertirse en personas matemáticamente competentes, capaces de resolver situaciones reales. Y una gran forma de acercar estas situaciones reales al aula es generar situaciones de juego y de manipulación de diferentes conceptos que nos acerquen a la realidad y ayuden al alumnado a construir un modelo matemático que les permita entender el mundo.


El juego, una oportunidad para ver y vivir las mates

El juego, en general, y los juegos de mesa, en concreto, son una muy buena oportunidad para acercar un aprendizaje contextualizado a las aulas. El juego es una de las actividades que caracteriza a los mamíferos y, por tanto, a los humanos en su crecimiento y aprendizaje.

El juego permite promover gran cantidad de habilidades y capacidades necesarias para el desarrollo social, del carácter propio y también del cerebro. Permite realizar asociaciones de conceptos, transferir aprendizajes, generar diferentes relaciones sociales, desarrollar la creatividad, la comunicación, la colaboración y una sana competitividad. Con un juego estamos desafiando al alumnado, les planteamos un reto que quieren resolver, les empujamos a mejorar, a desarrollar su imaginación y creatividad. Jugando desarrollamos el pensamiento divergente y congruente y generamos una atmósfera motivante y divertida.

Y ahora no se trata de llevar juegos de mesa o material manipulativo a la clase de matemáticas para que los alumnos se diviertan. Se trata de llevar juegos de mesa, juegos de demostración y actividades manipulativas de una forma estructurada, con un objetivo de aprendizaje claro para que los alumnos aprendan y sean capaces de construir conocimiento matemático, deducir normas, leyes y fórmulas matemáticas llevando a un aprendizaje más perdurable en el tiempo y más competencial.

Ante un juego o actividad manipulativa, el alumnado se atreve a probar y arriesgar, pierde el miedo a equivocarse y surgen soluciones divergentes igual de válidas. Damos la oportunidad a todo el alumnado de resolver la misma situación desde su capacidad, desde donde se siente más cómodo, desde su manera de entender y relacionarse con el mundo que le rodea.

Las matemáticas son muy abstractas y no todo el alumnado tiene la misma capacidad de abstracción ni la adquiere en el mismo momento.

Las matemáticas son muy abstractas y no todo el alumnado tiene la misma capacidad de abstracción ni la adquiere en el mismo momento, puesto que esta capacidad está muy ligada al desarrollo cognitivo y al momento madurativo de cada persona.

Por eso es tan importante realizar demostraciones matemáticas donde el alumnado pueda tocar, manipular y ver el concepto que estamos trabajando con material adecuado, guiado por el docente y acompañado de preguntas estimulantes. Ofreciendo diferentes propuestas y formas de hacer, damos la oportunidad a todo el alumnado de llegar a la comprensión y al desarrollo de la competencia matemática.

Ofreciendo diferentes propuestas y formas de hacer, damos la oportunidad a todo el alumnado de llegar a la comprensión y al desarrollo de la competencia matemática.


Moviendo fichas hacia el razonamiento matemático

Por otra parte, los juegos de mesa nos ayudan a desarrollar competencias de diferentes asignaturas, pero si nos centramos en los ejes competenciales de las matemáticas, lo que vemos de forma más clara es la resolución de problemas. ¡Y esto es maravilloso, ya que normalmente es donde encontramos más dificultades trabajando las matemáticas en el aula!

El entendimiento y la resolución de un problema están siempre totalmente ligados, pero en la práctica de un juego esto se da de forma mucho más natural. Veámoslo:

  • Comprensión: para resolver un problema necesito entender qué es lo que se me pide, para jugar a un juego debo comprender su objetivo y sus reglas.
  • Planteamiento de la resolución: de la misma forma que necesito formular una buena estrategia para resolver un problema, mientras juego debo plantear diferentes estrategias que me lleven a conseguir el objetivo del juego a medida que este va avanzando.
  • Resolución del problema: son los movimientos o jugadas concretas que forman parte de mi estrategia.
  • Comprobación de la solución: tanto en los problemas como en los juegos, la validación de mi estrategia es fundamental para incorporarla a mis saberes como estrategia ganadora. Esta estrategia puede ser constatada razonando su validez o aplicándola en diferentes partidas y observando el resultado (eso mismo ya lo planteaba Polya para la resolución de problemas cuando nos habla de analogía: "para resolver un problema podemos utilizar la solución de otro problema análogo más sencillo, utilizando su método, su resultado o ambos.")

El resto de ejes competenciales matemáticos también están presentes en la práctica de un juego:

  • Conexiones: inevitables cuando jugamos, nos vienen a la cabeza mientras disfrutamos de la partida y somos capaces de identificar las matemáticas implicadas.
  • Razonamiento y prueba: indiscutible tanto en los juegos como en las actividades manipulativas o demostraciones matemáticas, puesto que en muchos casos encontraremos la mejor estrategia a partir de diferentes pruebas, reconociendo patrones y razonando o argumentando el valor de nuestra decisión.
  • Comunicación y representación: durante la partida y al finalizarla es natural comentar las estrategias utilizadas, las jugadas más significativas y el momento en el que hemos reconocido la jugada que nos haría ganar. Además, cuando en el aula hacemos juegos o actividades manipulativas debemos alentar al alumnado a explicar qué han hecho y qué estrategias han funcionado, fomentando este eje.

Y como hemos comentado antes, esta práctica nos lleva a desarrollar destrezas sociales y personales que nos ayuden a relacionarnos con los demás desde el respeto.

Un factor suficientemente importante para remarcar es el hecho de que, en situación de juego, el error se vive de una manera mucho más cómoda y se entiende como parte del proceso de aprendizaje, como lo que me anima a jugar otra partida para mejorar, probar otra estrategia y ver cómo puedo resolver el error para llegar a un resultado más satisfactorio.


El juego, de la mesa al aula

Todo este aprendizaje y estas bondades de los juegos de mesa y de las actividades manipulativas en el aula de matemáticas no será posible si nosotros, adultos y referentes de nuestro alumnado, no jugamos, abrimos nuestra mente y nos dejamos sorprender. Es muy importante haber probado previamente diferentes opciones de actividades y hacernos nosotros preguntas para poder hacer después preguntas al alumnado, construir conocimiento entre todos y dejar que sus mentes (mucho más abiertas que las nuestras) propongan soluciones alternativas que podamos validar conjuntamente.

Todo este aprendizaje y estas bondades de los juegos de mesa y de las actividades manipulativas en el aula de matemáticas no será posible si nosotros, adultos y referentes de nuestro alumnado no jugamos, abrimos nuestra mente y nos dejamos sorprender.

A la hora de escoger un juego, habrá que hacer una buena selección de aquellos que sean fáciles de llevar al aula, con instrucciones claras, duración de la partida de entre 10 y 15 minutos para poder realizar más de una partida a la sesión y con precio asequible (15-20 €). Es muy importante que tenga rejugabilidad, es decir, que una vez terminada la primera partida tengas ganas de jugar otra.

Es importante también que conozcas el juego que vas a utilizar, que lo conozcas de verdad: que tengas claras las instrucciones, que tengas una idea de qué preguntas o dificultades pueden surgir y qué preguntas querrás lanzar para ayudar a los alumnos a consolidar los conceptos o aprendizajes. ¡Y la única manera de hacer esto es jugar, jugar y jugar, divertirte y dejarte sorprender!


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