¿Para qué necesitamos investigación y evaluación en educación?

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Con el manifiesto Apostemos por la investigación para mejorar la educación del país, cientos de personas y organizaciones vinculadas a la educación piden que las instituciones públicas, y muy especialmente el Gobierno de la Generalitat, den un paso al frente para conectar mejor investigación y políticas educativas. Pero, ¿para qué nos servirá esta mejor conexión? ¿Por qué insistimos en que la investigación y la evaluación de programas y políticas educativas son claves para mejorar la calidad y la equidad del sistema educativo?

Hemos pedido a algunas de las personas implicadas en la iniciativa que nos ayuden a ilustrar cuáles son las contribuciones que la investigación y la evaluación de intervenciones educativas podrían tener en la mejora de la educación. Contribuciones que, hoy en día, en Cataluña, aún no hemos desarrollado lo suficiente. Así pues, ¿para qué necesitamos investigación y evaluación en educación?

1. Para identificar y comprender los problemas del sistema educativo y anticipar futuras necesidades

La investigación es una herramienta fundamental en el ámbito social y educativo para detectar y dimensionar las problemáticas y sus causas, para identificar tendencias sobre fenómenos sociales y, por tanto, anticipar necesidades o riesgos futuros.

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No obstante, en la presentación pública del manifiesto, el sociólogo Xavier Bonal señalaba que en Cataluña todavía hoy la Administración no se sirve suficientemente de este tipo de datos para conocer y abordar los problemas del sistema educativo: “Por ejemplo, sabemos cuál es el nivel agregado del abandono educativo en Cataluña, pero no tenemos información territorializada y sistemática de dónde se produce, de en qué centros se produce más este abandono. Tampoco disponemos de una prospectiva bien hecha ni sabemos qué implicaciones puede tener en la planificación educativa la caída demográfica que nos acompañará como mínimo los próximos 10 años. Son cuestiones absolutamente esenciales que requieren de mecanismos de evaluación mucho más activos”.

2. Para la mejora continua de la intervención educativa

Mercè Gisbert y Caterina Calsamiglia, pedagoga y economista especializada en educación, respectivamente, coinciden en señalar que en el ámbito de las metodologías de enseñanza-aprendizaje es necesario generar más evidencias que puedan responder a las preguntas que tienen los docentes ante su práctica.

Por ejemplo, Gisbert señala que, si nos fijamos en el ámbito específico de las tecnologías digitales aplicadas a la educación, “seguimos sin tener suficientes evidencias de cómo la tecnología impacta en el proceso educativo, especialmente desde el punto de vista de enseñar mejor o diferente”.

Pilar Gargallo, presidenta de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Cataluña, apunta que “gracias a las universidades hemos avanzado en ámbitos como el trabajo cooperativo, la personalización educativa y el trabajo por proyectos”, pero en general echa de menos más promoción de la colaboración entre centros educativos y universidades para desarrollar investigaciones útiles a los retos del sistema: “Muchas veces no nos centramos en la evidencia, sino en intuiciones que tenemos los maestros. Si dispusiéramos de los datos, si pudiéramos cocrear y trabajar conjuntamente con los investigadores, sería mucho más fácil: afinaríamos mucho más cómo desarrollamos las praxis con los niños, niñas y jóvenes”.

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En el mismo sentido, Calsamiglia explica que es necesario que la experimentación que impulsan los centros educativos se acompañe de la investigación adecuada para tener la seguridad de estar consiguiendo los objetivos fijados.

Pensemos, por ejemplo, en un claustro que se marca como objetivo conseguir que los alumnos sean capaces de trabajar en equipo y para hacerlo introduce nuevas metodologías de trabajo. “Raramente las cosas salen de entrada; normalmente, pruebas, después perfilas… Si no tienes evidencias que indiquen si lo estás consiguiendo o no, no puedes evolucionar. La investigación es una permanente adquisición de conocimiento y, sin investigación, no evolucionas, porque nunca tienes la seguridad de estar avanzando, o no sabes distinguir las cosas que están realmente probadas de las que no; entonces todo depende de si te lo crees o no”. Para resolverlo, la investigadora reclama que la Administración pública apueste por pilotar experiencias basadas en las evidencias y evaluarlas, y argumenta que ”investigar con las escuelas y generar evidencias de Cataluña nos informaría sobre cómo proceder aquí y no sería necesario extrapolar los resultados de la investigación hecha en otros países”.

3. Para entender los efectos de las políticas impulsadas por los gobiernos y mejorarlas

Evaluar las políticas impulsadas por los gobiernos en materia educativa es igual de central para poder esclarecer qué efectos tienen y para obtener información útil para mejorarlas. En otro artículo explicábamos la conveniencia de acompañar la puesta en marcha de reformas en el sistema educativo, como las que se han ido introduciendo respecto al horario y la jornada escolar, de evaluaciones que permitan entender en qué medida las políticas están consiguiendo sus impactos. El investigador Miquel Àngel Prats, por su parte, apunta que el Programa de Mejora e Innovación en la Formación de Maestros (MIF), impulsado por las universidades catalanas y la Generalitat, es otra de las políticas que habría que evaluar en este momento, con la vista puesta en su mejora continuada.

Es cierto que algunas políticas sí que son evaluadas; instituciones como Ivàlua y mecanismos como PROAVA (Fondo de Promoción para la Evaluación del Departamento de Economía) han contribuido a hacerlo posible. Xavier Bonal apunta también que “existen ejemplos de una colaboración muy fructífera entre grupos de investigación y administraciones públicas. Por ejemplo, hemos desarrollado muchos estudios para gran cantidad de municipios con el objetivo de reducir la segregación escolar y conseguir una escolarización más equilibrada, que en muchos casos dan lugar a decisiones políticas que en estos casos sí que se basan en un diagnóstico bien hecho”.

Los investigadores señalan que, para poder dar un paso al frente, el Departamento de Educación debería promover bases de datos de calidad con un acceso regulado para finalidades de investigación y análisis. Concretamente, en Cataluña echan en falta la existencia de un panel educativo que permita análisis longitudinales y que incluya datos actualizados sobre rendimiento educativo, acceso y resultados vinculados a las etapas educativas no obligatorias (como la educación 0-3 o la formación profesional), y características socioeconómicas y culturales del alumnado.

¿Tú también crees que la investigación tiene mucho que aportar a la mejora del sistema educativo? ¡Únete al manifiesto!

Si quieres saber más, entra en recercaperleducacio.cat, súmate a la propuesta y compártela.

Recupera el vídeo de la presentación de la iniciativa + Investigación x Mejor Educación

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